
Siempre hemos pensado que además de poseer un cuerpo de carne y hueso, estamos conformados por algo mágico y más astral, el alma. Ente no visible a nuestros ojos, pero que a medida que vamos conociendo a las personas, se ve reflejada y se muestra tal cual es, y es ahí donde ya no importa lo que vemos, sino que importa todo aquello que sentimos, importa lo que provoca en nosotros, el como reaccionamos frente a ello.
Me he preguntado si quizás, como algunas personas dicen, nuestros ojos serán capaces de mostrar nuestro interior, nuestra alma completa y pura, de si son capaces de mostrar nuestras debilidades, defectos o virtudes, de permitirle a la gente conocernos más allá de lo que ven a primera vista, de ser capaces de borrar prejuicios de primera impresión, y abrir puertas para las relaciones sociales, a veces creo que es un tanto difícil que tan bellos órganos nos permitan entender y conocer el interior de las personas, pero al ver esta obra se ha resuelto mi duda, pues observo a esta pequeña, con tal detenimiento, que puedo ver su sencillez, su candidez y su inocencia, el brillo en sus ojos y su mirada penetrante me llaman a seguir observando, a querer ver más allá, a querer entrar en ella y entenderla. Esto es lo que me encanta de Max Sir, lo que logra provocar en mí al ver sus obras, logra el nacimiento de mil preguntas y a la vez sus respuestas. Todo a través de una simple pintura, que no son más que el reflejo del alma

No hay comentarios:
Publicar un comentario